Muchas veces en nuestra vida nos marcamos objetivos que queremos conseguir a toda costa. Trabajamos por ellos, pensamos en ellos, leemos sobre ellos, compartimos nuestros objetivos con una buena amiga o con nuestro diario y después de perseguirlos y perseguirlos, no llegamos a alcanzarlos.
¿Qué pasó? ¿! ¿¡Qué faltó que hiciera!? Tenia la capacidad de hacerlo, y había preparado muy bien como iba a hacerlo, sin embargo…… no llegué.
Para ver realizado cualquier objetivo que nos planteemos en la vida hay que tener en cuenta tres ingredientes fundamentales:
Capacidad
Posibilidad
Merecimiento
En general, las mujeres trabajamos muy muy bien los dos primeros. Somo dadoras naturales y estamos acostumbradas a arreglar todo a nuestro alrededor con esa frase de “multipuesto- multitarea” que tanto nos define. Esto hace que podamos desarrollar diferentes capacidades y con voluntad creamos la posibilidad; sin embargo, estos dos ingredientes tienen mucho que ver con hacer; el tercer ingrediente, el merecimiento, tiene que ver con el ser; y ahí querida amiga lo dejamos a la suerte.
¡Y NO!, lo más importante que es lo que eres no se puede dejar a la deriva. Pregúntate:
¿te mereces alcanzar tu objetivo?
¿Cuánto te lo mereces?
¿Dónde está tu verdadero “yo”?
Y no estoy hablando de me merezco una horita en el spa, darme un masaje, hacerme la manicura o cambiar el look porque he trabajado mucho. Y me lo merezco… una frase con un aire de justificación hacia nosotras mismas por tomarnos ese tiempo personal.
El merecimiento tiene mucho que ver con darnos el espacio para ser, para sentir y para pensar en y para nosotras.
¿Cuál fue la ultima vez que te diste ese espacio?
¿Cómo serian tus días si dedicaras 10 minutos diarios a pensar en lo que te mereces en el día de hoy?
Plantéate un objetivo, aquello que siempre soñaste y que te llenaba el alma: tocar la guitarra, aprender un idioma, superar tu miedo escénico, trabajar en lo que te guste, crecer desde dentro, entrenar para una competición, sacarte el titulo de psicóloga, acabar el master, hacer un curso de cocina, apuntarte a un concurso de baile, entrenar para un maratón….
Por alguna razón las mujeres paramos de hacer cosas que nos hacen felices. ¿Qué nos hace pensar que ser madres o tener pareja impide que realicemos nuestros sueños? ¡Sigue siendo TU mejor YO!
No se trata de tener una lista mas larga de cosas para hacer, eso nos sobra!! Se trata de pararnos y pensar en nosotras y construirnos con experiencias, conocimientos que nos enriquezcan como personas.
Para ligar todo esto, hay una idea que nos puede impulsar para empezar: “A través del agradecimiento una se siente feliz”.
Al menos como yo lo veo, el agradecimiento y merecimiento van cogidos de la mano. Si sabes agradecerte a ti mismo por todo lo que haces en tu día, vas a reconocerte también que mereces conseguir aquello por lo que trabajas.
Y en ese reconocimiento vas a crear la posibilidad de realización.
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